14/01/09
Fuente: Diario Los Andes
En los últimos tiempos se ha producido un importante incremento en el precio de los agroquímicos y fertilizantes, que va en contra de las posibilidades de competitividad de los productos argentinos en el exterior. Pero el problema no sólo se plantea en el mercado interno, sino que repercute en el interno y afecta especialmente a los pequeños productores. En un mundo con mercados tan sensibilizados como el actual, cualquier incremento en los costos hace perder competitividad, especialmente a los países como la Argentina que recién en la última década han comenzado a explorar y trabajar con objetivos concretos en la exportación de productos de base agraria …
La situación afecta en mayor proporción a las provincias de fuera de la Pampa Húmeda, habida cuenta de que nuestro país tiene una extensa tradición exportadora de carnes y granos.
En el caso de Mendoza, recién en los últimos años se abrió al mundo -”dejó de mirarse el ombligo”, como ejemplificó un periodista inglés- y salió a la búsqueda de mercados, tanto de vinos, como de frutas y hortalizas.
A los exportadores mendocinos no les resultó fácil insertarse en esos mercados. Además del desconocimiento propio de sus funcionamientos, debieron enfrentar trabas arancelarias y para-arancelarias, aplicadas por algunos países para defender a sus productores, o millonarios subsidios gubernamentales para evitar la emigración del campo hacia la ciudad.
Pese a todos esos inconvenientes y en base a una tarea incesante, los empresarios locales lograron llegar a los consumidores del mundo, basados esencialmente en una relación precio-calidad que les permitió una mejor competitividad. Pero, para ello, debieron en muchos de los casos resignar rentabilidad y hasta trabajar con márgenes mínimos, en la búsqueda de mejorar el posicionamiento futuro.
En los primeros años, el valor del dólar jugó a favor de los exportadores, pero en los últimos tiempos se ha producido un incremento superlativo en los costos, que está jugando en contra de las posibilidades de los productores locales. Se siente especialmente en los insumos y de ello dan cuenta en forma permanente quienes deben exportar con valor agregado.
Pero también alcanza al productor primario, que es quien debe afrontar los incrementos constantes en los agroquímicos y los fertilizantes, que están cotizados en dólares, pero que sufren la inflación en pesos.
Se da aquí también un caso curioso, porque gran parte de los fertilizantes están conformados por derivados del petróleo y sucede lo mismo que con las naftas: aumentan cuando sube el precio del crudo internacional y siguen aumentando a pesar de que el crudo tenga una baja internacionalmente.
De acuerdo con una nota publicada por Los Andes, los números determinan que, en un año, los precios de los fertilizantes aumentaron un cien por ciento, lo que pone en serios riesgos a los pequeños productores, lo que provoca que la úrea granulada, fertilizantes líquidos, fosfato damónico y mezclas físicas están a la orden del día.
Se indica que los incrementos en el precio del nitrógeno y el fósforo son constantes, lo que agrava el problema en la Provincia, que cuenta con suelos necesitados de ambos elementos, por lo que muchos productores están pensando en los “naturales” como el guano de animales. Pero todos son conscientes de que ante una mayor demanda de estos últimos, de inmediato se traducirá en un incremento en los precios.
Otro de los aspectos que agrava la situación se plantea en el hecho de que no todos los productos de la agricultura mendocina tienen como destino los mercados externos, que de hecho ya están lesionados por la crisis económica mundial, por lo que se prevé una baja general en las exportaciones.
Pero el mercado interno también se ha retraído y a los productores les resultará muy difícil trasladar el aumento en el costo de los agroquímicos al precio final del producto, so pena de perder consumidores.
En ese marco, entonces, resulta indispensable que las autoridades se aboquen al estudio del problema. Por un lado, para tratar de morigerar los aumentos producidos en los agroquímicos y fertilizantes (existe ya una acción nacional que intenta imponer topes) y por el otro para acudir en apoyo de los productores, a los efectos de que puedan hacer frente a los mayores costos.
Aunque, en este caso, la tarea deberá tener un sentido más personalizado, en razón de que, de lo contrario, los beneficiarios serán aquellos que están organizados y cuentan con elementos para mantener una información actualizada, en detrimento de aquellos que, por distintas circunstancias, no cuentan con información suficiente, no les alcanza por lo tanto ningún beneficio y corren el riesgo de desaparecer de la cadena de producción para no seguir
trabajando a pérdida.
http://www.losandes.com.ar/notas/2009/1/14/editorial-403065.asp
